Cada empresa genera residuos.
Es una falta que puede escalar rápidamente a una sanción grave. Las autoridades como PROFEPA o SEMARNAT no avisan cuando visitan, y cuando lo hacen, cada documento, cada tambor, cada omisión cuenta.

Las multas pueden alcanzar cifras de seis dígitos. Una suspensión de actividades puede significar pérdidas operativas y comerciales irreversibles. Algunos contratos pueden rescindirse al detectar incumplimientos ambientales. La reputación de la empresa queda expuesta ante clientes, proveedores e incluso medios. Y si los residuos generan afectaciones, los responsables pueden enfrentar consecuencias penales.

Lo más delicado es que muchas empresas creen estar cumpliendo… hasta que descubren, tarde, que no era.